Como dato importante, debemos analizar el como la Crisis de 1929-1930 fue un detonante de la Segunda Guerra Mundial, para eso es importante que debamos darle su importancia y ademas hacer un análisis sobre lo vulnerable de la economía mundial.
Crisis de 29-30
El 24 de octubre de 1929 al mediodía, el crecimiento financiero de los años veinte yacía hecho pedazos en el suelo de la Bolsa de Nueva York. Miles de norteamericanos, desde viudas pobres hasta magnates, habían perdido sus salvavidas. Al final del día se habían suicidado once financistas.
Mirando hacia atrás, los signos que desembocarían en el «jueves negro» estaban escritos en las paredes. Los precios de las acciones habían subido más del doble desde 1925 y en setiembre el índice Dow Jones (una estimación del valor de las acciones principales) había alcanzado la marca récord de 381 en un mercado frenético.
Los indicios de una recesión económica mundial y las advertencias de los expertos de que las acciones estaban sobrevaluadas habían provocado que algunos inversores importantes empezaran a retirarse del mercado, pero el 19 de octubre el impulso de vender alcanzó proporciones alarmantes y los precios empezaron a caer.
DEPRESIÓN MUNDIAL
La oleada de la depresión económica norteamericana sacudió a todo el mundo. Japón perdió el lucrativo mercado estadounidense para sus exportaciones de seda (que habían supuesto vitales ingresos para los agricultores y trabajadores de su industria textil).
Debido a la retirada de los préstamos norteamericanos, muchos gobiernos de Iberoamérica tuvieron que abandonar numerosos proyectos.
En Europa, la quiebra del Creditanstalt, el mayor de los bancos austríacos, en mayo de 1931, repercutió en muchos otros, que se vieron obligados a cerrar, incapaces de satisfacer sus obligaciones. Los esfuerzos internacionales por ayudar al Creditanstalt sólo lograron agotar las necesarias reservas de otros bancos.
En Alemania estaban sin trabajo la mitad de los hombres en edades comprendidas entre 16 y 30 años. En Australia, el desempleo ascendió de menos del 10 por ciento en 1929 a más del 30 por ciento en 1932. En el mundo, el número de los desocupados se elevaba a 30 millones.
En las ciudades, el aguijón del hambre impulsaba a infinidad de hombres y mujeres a buscar alimento en los cubos de basura. Mientras tanto, miles de hectáreas de grano se pudrían en los campos porque su recolección y transporte no resultaban económicos. En Brasil se quemaron, por la misma causa, miles de toneladas de café.
En septiembre de 1931, Gran Bretaña abolió la convertibilidad de la libra en oro; es decir, el patrón oro había sucumbido. Al protegerse las naciones con fuertes barreras arancelarias, cuotas de importación, devaluaciones de moneda y numerosos medios para amparar sus industrias, el comercio internacional se derrumbó. Las dificultades económicas acentuaron la insolidaridad de las naciones, cuando sólo la cooperación hubiera podido subsanar los males.
Paradójicamente, el auténtico estímulo para la recuperación económica provino del rearme alemán, cuyas larvadas raíces se hundían siniestramente en la sima de la Depresión.
En términos de vidas y padecimientos, fue un estímulo cuyos abrumadores costes superarían cuanto la experiencia o la imaginación humanas pudieran concebir.
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